#43 Persuasión (I): de Aristóteles a un vendedor de empanadas

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Entender mejor el mundo es también comprender el papel que la persuasión juega en nuestras vidas. La persuasión no es más que la habilidad para convencer a otros de que piensen de una determinada manera o de que hagan alguna cosa. Que se dice pronto, pero es tremendamente poderoso. A medida que nos hemos organizado en economías cada vez más complejas, las ideas se han convertido en nuestra principal materia de trabajo. La mayor parte de nosotros no vivimos de lo que cosechamos o de los animales que criamos. Tampoco fabricamos nada. Sino que cada vez más, vivimos en organizaciones sociales complejas en las que tenemos que coordinarnos con otros para producir resultados. Y muchas veces, tenemos que convencerles para alcanzar nuestros objetivos. De hecho, hay estudios que calculan que hasta un 25% de la economía de los países más avanzados del mundo es producto de la persuasión. Claro que también ha habido unos investigadores que se dedicaron a entender por qué las heces de los wombats, que son unos marsupiales australianos, tienen forma de cubitos. Y no es coña. Pero bueno, estudios aparte, creo que es evidente que la persuasión es una herramienta esencial en nuestras vidas y, sobre todo, en nuestras carreras profesionales. Los emprendedores necesitan persuadir a inversores para que inviertan en sus compañías. Los políticos nos intentan persuadir a los votantes. El líder de cualquier organización intenta que todos sus integrantes compartan su visión y sus planes. Y luego hay mamones que me llaman a las 9 de la noche de un viernes para intentar persuadirme de que cambie de compañía telefónica... Parte de la persuasión es, obviamente, la comunicación. Y sobre comunicación ya hemos hablado un poco en el podcast con mi buena amiga Itziar García y seguramente sigamos haciéndolo en el futuro. Pero hoy nos vamos a centrar en unas tácticas y en una manera de organizar nuestro discurso que se han usado históricamente para persuadir. Y vamos a empezar yéndonos nada más y nada menos que 2.000 años atrás: a la antigua Grecia.